Voto bronca, voto castigo. La ciudadanía habló. Un voto contra la dirigencia política. Pasó ayer y sucedió en 1995. Ocurrió en Tucumán. En 1991, el peronismo tucumano frenó al ex militar Antonio Bussi (Fuerza Republicana) con una figura carismática y querida en la provincia: Ramón “Palito” Ortega. El ex gobernador de facto aparecía como el representante de la antipolítica, o como el que enfrentó a la política a partir de haber sido partícipe del golpe militar. Era lo que representaba. Ese año, cuando perdió habló de fraude. Sin embargo, cuatro años después llegó a la Casa de Gobierno a través del voto popular. Y es aquí donde aparecen las coincidencias con el resultado de Javier Milei en la provincia. La primera salta a la vista, el nexo es Fuerza Republicana, el partido que se alió al libertario y que ganó en 1995. Sin embargo, la segunda coincidencia es curiosa: FR se impuso en la elección gubernamental, pero perdió la votación legislativa en manos del PJ; casi un calco de lo que pasó ayer en las PASO: la sociedad Milei-FR sacó más votos en Tucumán para el cargo ejecutivo -la presidencia-, pero para los cargos parlamentarios -diputados- fue el peronismo tucumano (Unión por la Patria) el que obtuvo más adhesión. Similitudes que, en el fondo, tienen un mismo origen: el malestar popular contra la clase política con responsabilidades de gestión por no brindarle soluciones. En 1995 fue un mensaje contundente ya que Bussi llegó al poder; en las primarias de ayer, el mensaje trasunta una seria advertencia de la ciudadanía contra la dirigencia política que gobierna: a través de Milei les refriega que se cansaron de esperar y que lo que viene puede ser algo distinto. Además, así como en los 90 el peronismo debió haber tomado nota del mensaje del 91 -ya que después perdió en el 95-; el PJ tucumano actual deberá registrar esta sorpresiva derrota a manos de Milei. Ya padeció la adversidad electoral en los ‘90: perdió la elección provincial en el 95 y dos nacionales, una en 1997, en la de diputaciones nacionales a manos de Ricardo Bussi, y en 1999, cuando Fernando de la Rúa (foto) le ganó Ortega las presidenciales en su tierra. En 2003 perdió la nacional de senadores a manos de Ricardo Bussi. O sea, hace 28 años que el peronismo tucumano no pierde una elección provincial y hace 20 años que no padecía un resultado adverso en el plano nacional, por más que la de ayer haya sido una primaria para definir los candidatos de octubre. En función de esa hegemonía provincial quebrada, el Gobierno nacional deberá sopesar lo que significa que el peronismo haya perdido en Tucumán, porque es un golpe político que puede irradiar al país más allá del buen resultado de Milei en las PASO.
Regreso a los ‘90, cuando el PJ sufrió tres derrotas